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«Emitte lucem tuam et veritatem tuam»1; envía, Señor, tu luz y tu verdad.
Hijos míos, seguir a Cristo –«venite post me et faciam vos fieri piscatores hominum»2 – es nuestra vocación. Y seguirle tan de cerca que vivamos con Él, como los primeros Doce; tan de cerca que nos identifiquemos con Él, que vivamos su Vida, hasta que llegue el momento, cuando no hemos puesto obstáculos, en el que podamos decir con San Pablo: «No vivo yo, sino que Cristo vive en mí»3.
¡Qué alegría tan grande sentirse metidos en Dios! ¡Endiosados! Y al mismo tiempo, ¡qué gozo también notar toda la pequeñez, toda la miseria, toda la debilidad de nuestra pobre naturaleza terrena, con sus flaquezas y con sus defectos! Por eso, cuando Cristo nos habla con parábolas, como a los primeros, muchas veces no le entendemos, y hemos de hacer nuestro el ruego de los Apóstoles: «Edissere nobis parabolam!»4; Señor, explícanos la parábola.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/en-dialogo-con-el-se%C3%B1or/1/ (23/05/2024)