Lista de puntos
En Cristo tenemos todos los ideales: porque es Rey, es Amor, es Dios.
Ama a la Señora. Y Ella te obtendrá gracia abundante para vencer en esta lucha cotidiana. —Y no servirán de nada al maldito esas cosas perversas, que suben y suben, hirviendo dentro de ti, hasta querer anegar con su podredumbre bienoliente los grandes ideales, los mandatos sublimes que Cristo mismo ha puesto en tu corazón. —«Serviam!»
Calla: No olvides que tu ideal es como una lucecica recién encendida. —Puede bastar un soplo para apagarla en tu corazón.
No me seas... tonto: es verdad que haces el papel —a lo más— de un pequeño tornillo en esa gran empresa de Cristo.
Pero, ¿sabes lo que supone que el tornillo no apriete bastante o salte de su sitio?: se aflojarán piezas de más tamaño o caerán melladas las ruedas.
Se habrá entorpecido el trabajo. —Quizá se inutilizará toda la maquinaria.
¡Qué grande cosa es ser un pequeño tornillo!
Eso —tu ideal, tu vocación— es... una locura. —Y los otros —tus amigos, tus hermanos— unos locos...
¿No has oído este grito alguna vez muy dentro de ti? —Contesta, con decisión, que agradeces a Dios el honor de pertenecer al «manicomio».
Fomenta y preserva ese ideal nobilísimo que acaba de nacer en ti. —Mira que se abren muchas flores en la primavera, y son pocas las que cuajan en fruto.
Inconmovible: así has de ser. —Si hacen vacilar tu perseverancia las miserias ajenas o las propias, formo un triste concepto de tu ideal.
Decídete de una vez para siempre.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/camino/183/ (02/10/2024)