Lista de puntos
«Me hizo gracia que hable usted de la ‘cuenta’ que le pedirá Nuestro Señor. No, para ustedes no será Juez —en el sentido austero de la palabra— sino simplemente Jesús». —Esta frase, escrita por un Obispo santo, que ha consolado más de un corazón atribulado, bien puede consolar el tuyo.
No temas a la Justicia de Dios. —Tan admirable y tan amable es en Dios la Justicia como la Misericordia: las dos son pruebas del Amor.
«Ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos», rezamos en el Credo. —Ojalá no me pierdas de vista ese juicio y esa justicia y... a ese Juez.
¿No brilla en tu alma el deseo de que tu Padre-Dios se ponga contento cuando te tenga que juzgar?
Hay mucha propensión en las almas mundanas a recordar la Misericordia del Señor. —Y así se animan a seguir adelante en sus desvaríos.
Es verdad que Dios Nuestro Señor es infinitamente misericordioso, pero también es infinitamente justo: y hay un juicio, y Él es el Juez.
Anímate. —¿No sabes que dice San Pablo, a los de Corinto, que «cada uno recibirá su propio salario, a medida de su trabajo»?
Alma de apóstol: primero, tú. —Ha dicho el Señor, por San Mateo: «Muchos me dirán en el día del juicio: ¡Señor, Señor!, ¿pues no hemos profetizado en tu nombre y lanzado en tu nombre los demonios y hecho muchos milagros? Entonces yo les protestaré: jamás os he conocido por míos; apartaos de mí, operarios de la maldad».
No suceda —dice San Pablo— que habiendo predicado a los otros, yo vaya a ser reprobado.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/camino/203/ (11/10/2024)