Lista de puntos
¿No se saluda y se trata con cordialidad a todas las personas queridas? —Pues, tú y yo vamos a saludar —muchas veces al día— a Jesús, a María y a José, y a nuestro Angel Custodio.
El Angel Custodio nos acompaña siempre como testigo de mayor excepción. El será quien, en tu juicio particular, recordará las delicadezas que hayas tenido con Nuestro Señor, a lo largo de tu vida. Más: cuando te sientas perdido por las terribles acusaciones del enemigo, tu Angel presentará aquellas corazonadas íntimas —quizá olvidadas por ti mismo—, aquellas muestras de amor que hayas dedicado a Dios Padre, a Dios Hijo, a Dios Espíritu Santo.
Por eso, no olvides nunca a tu Custodio, y ese Príncipe del Cielo no te abandonará ahora, ni en el momento decisivo.
Tus comuniones eran muy frías: prestabas poca atención al Señor: con cualquier bagatela te distraías… —Pero, desde que piensas —en ese íntimo coloquio tuyo con Dios— que están presentes los Angeles, tu actitud ha cambiado…: “¡que no me vean así!”, te dices…
—Y mira cómo, con la fuerza del “qué dirán” —esta vez, para bien—, has avanzado un poquito hacia el Amor.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/book-subject/surco/27/ (11/10/2024)