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Individualmente, sin formar grupo –es imposible que lo forméis pues todos y cada uno gozáis de una libertad ilimitada en todo lo temporal–, tomad parte activa y eficaz en las asociaciones oficiales o privadas, porque nunca son indiferentes para el bien temporal y eterno de los hombres. Hasta una sociedad de cazadores o de coleccionistas, por poner algún ejemplo, se puede aprovechar para hacer mucho bien o mucho mal: todo depende de los hombres que las rigen o las inspiran.
Aunque, como os he dicho, trabajáis individualmente –con libertad y responsabilidad personales– en esos terrenos, sabed que hacéis un servicio a Dios Nuestro Señor cuando formáis a vuestro alrededor a otros hermanos vuestros –orientándolos; sin torcer, como es lógico, sus propias inclinaciones–, que os puedan sustituir o suceder, para que nunca, por falta de uno de vosotros, quede una parcela de campo al descubierto.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/carta-29/21/ (15/11/2025)