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Por eso, entenderéis que a la Obra –como a la Iglesia, de la que es un órgano vivo– le interesa la sociedad humana, porque hay en ella derechos inalienables de Cristo, que es preciso proteger. Hasta el punto de que se puede decir que todo el apostolado del Opus Dei se reduce a dar doctrina, para que todos sus miembros y las gentes que se acercan a su formación ejerciten individualmente –como ciudadanos– una acción apostólica de carácter profesional, santificando la profesión, santificándose en la profesión y santificando a los demás con la profesión.
En repetidas ocasiones os he dicho que la Obra de ordinario no actúa exteriormente: como si no existiese. Son sus miembros quienes, respetuosos con las leyes civiles de cada país, dentro de esas leyes trabajan. La actividad del Opus Dei se dirige principalmente a dar a sus socios una intensa formación espiritual, doctrinal y apostólica.
Es la labor de la Obra como una gran catequesis, como una inmensa dirección espiritual que ilustra, aconseja, mueve, espolea y alienta la conciencia de muchas almas para que no se aburguesen, mantengan viva su dignidad cristiana, ejerciten los derechos y cumplan los deberes de ciudadanos católicos responsables.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/carta-29/32/ (15/11/2025)