El Bautismo del Señor
Entonces vino Jesús al Jordán desde Galilea, para ser bautizado por Juan [...]. Y una voz desde los cielos dijo: —Este es mi Hijo, el amado, en quien me he complacido (Mt 3, 13.17).
En el Bautismo, Nuestro Padre Dios ha tomado posesión de nuestras vidas, nos ha incorporado a la de Cristo y nos ha enviado el Espíritu Santo.
La fuerza y el poder de Dios iluminan la faz de la tierra.
¡Haremos que arda el mundo, en las llamas del fuego que viniste a traer a la tierra!... Y la luz de tu verdad, Jesús nuestro, iluminará las inteligencias, en un día sin fin.
Yo te oigo clamar, Rey mío, con voz viva, que aún vibra: ignem veni mittere in terram, et quid volo nisi ut accendatur? —Y contesto —todo yo— con mis sentidos y mis potencias: ecce ego: quia vocasti me!
El Señor ha puesto en tu alma un sello indeleble, por medio del Bautismo: eres hijo de Dios.
Niño: ¿no te enciendes en deseos de hacer que todos le amen?
Fuentes: Es Cristo que pasa, n. 128. Apuntes íntimos, n. 1741. Forja, nn. 264, 300.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/santo-rosario/16/ (02/10/2024)