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Hablas continuamente de que hay que corregir, de que es preciso reformar. Bien…: ¡refórmate tú! —que buena falta te hace—, y ya habrás comenzado la reforma.
Mientras tanto, no daré crédito a tus proclamas de renovación.
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Documento imprimido desde https://escriva.org/es/surco/636/ (11/10/2024)