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Pidamos a Jesucristo que el fruto de su Redención crezca abundante en las almas: todavía más, más, ¡más abundante!, ¡divinamente abundante!
Y para esto, que nos haga buenos hijos de su Madre bendita.
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Documento imprimido desde https://escriva.org/es/forja/367/ (04/12/2023)