16
Sabemos también que las tentaciones que hay que temer no son tanto grandes batallas, sino más bien las pequeñas raposas que destruyen la viña15, porque el que no presta atención a lo poco, caerá en la miseria16. Sólo así lograremos que este cuerpo corruptible sea revestido de incorruptibilidad, y que este cuerpo mortal sea revestido de inmortalidad17.
Y os he enseñado que nuestro modo sobrenatural de proceder debe llevarnos a colocar la lucha en detalles pequeños −el orden en el trabajo, la puntualidad en el plan de vida, la fidelidad a los deberes de estado o del oficio, que se presentan en cada instante−, de tal modo que ahí, en nuestras batallas de niño, se canse y se desgaste el enemigo.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/cartas-1/16/ (07/01/2025)