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Cuando éramos pequeños, nos pegábamos a nuestra madre, al pasar por caminos oscuros o por donde había perros.
Ahora, al sentir las tentaciones de la carne, debemos juntarnos estrechamente a Nuestra Madre del Cielo, por medio de su presencia bien cercana y por medio de las jaculatorias.
—Ella nos defenderá y nos llevará a la luz.
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Documento imprimido desde https://escriva.org/es/surco/847/ (08/01/2025)