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Leíamos —tú y yo— la vida heroicamente vulgar de aquel hombre de Dios. —Y le vimos luchar, durante meses y años (¡qué "contabilidad", la de su examen particular!), a la hora del desayuno: hoy vencía, mañana era vencido… Apuntaba: "no tomé mantequilla…, ¡tomé mantequilla!"

Ojalá también vivamos —tú y yo— nuestra…, "tragedia" de la mantequilla.

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