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Yo me tendré que marchar pronto; por eso quisiera deciros antes unas palabricas. Mirad qué gracioso es el Niño: está indefenso.
Estos han cantado que vino a la tierra para padecer, y yo os digo: para padecer y para evitar los padecimientos de los demás. Él sabía que venía a la Cruz y, sin embargo, hay ahora unas teorías, una falsa ascética que habla del Señor como si estuviera en la Cruz, rabioso, diciendo a los hombres: yo estoy aquí en la Cruz, y por eso os clavo también a vosotros en ella. ¡No!, hijos míos. El Señor extendió los brazos con gesto de Sacerdote eterno, y se dejó coser al madero de la Cruz para que nosotros no padeciésemos, para que nuestros padecimientos fueran más suaves, incluso dulces, amables.
En esta tierra, el dolor y el amor son inseparables; en esta vida hay que contar con la Cruz. El que no cuenta con la Cruz no es cristiano; el que no cuenta con la Cruz, se la encuentra de todos modos, y además encuentra en la cruz la desesperación. Contando con la Cruz, con Cristo Jesús en la Cruz, podéis estar seguros de que en los momentos más duros, si vienen, estaréis acompañadísimos, felices, seguros, fuertes; pero para esto hay que ser almas contemplativas.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/en-dialogo-con-el-se%C3%B1or/54/ (03/12/2024)