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Afirma que, lo que pidamos, nos lo dará su Padre que está en los cielos. Esta familia nuestra se siente en el mundo tan unida al Padre de los cielos como la que más. Tenemos un Padre, y constantemente sentimos la filiación divina. No lo quise yo, lo quiso Él. Os podría decir hasta cuándo, hasta el momento, hasta dónde fue aquella primera oración de hijo de Dios.
Aprendí a llamar Padre, en el Padrenuestro, desde niño; pero sentir, ver, admirar ese querer de Dios de que seamos hijos suyos…, en la calle y en un tranvía –una hora, hora y media, no lo sé–; Abba, Pater!, tenía que gritar.
Hay en el Evangelio unas palabras maravillosas; todas lo son: «Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquél a quien el Hijo lo quisiera revelar»4. Aquel día quiso de una manera explícita, clara, terminante, que, conmigo, vosotros os sintáis siempre hijos de Dios, de este Padre que está en los cielos y que nos dará lo que pidamos en nombre de su Hijo.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/en-dialogo-con-el-se%C3%B1or/56/ (03/12/2024)