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Hijos míos, «omnia quæcumque orantes petitis, credite quia accipietis, et evenient vobis»5. Es de San Marcos: todo lo que pidáis en la oración, ¡todo!, creed que se os dará. ¡Juntos a pedir! ¿Y cómo se pide a Dios nuestro Señor? Como se pide a una madre, como se pide a un hermano: unas veces con una mirada, otras veces con un gesto, otras portándonos bien, para que estén contentos, para mostrarles cariño; otras veces con la lengua. Pues así: pedid así. Todos los procedimientos humanos de entenderse con otra persona hemos de ponerlos nosotros, para hacer oración y tratar a Dios.
San Lucas: «Omnis enim qui petit accipit, et qui quærit invenit, et pulsanti aperietur»6. A todo aquel que pide algo, el Señor lo escucha; pero hay que pedir con fe, ya he dicho antes, y más si somos por lo menos dos, y aquí somos tantos millares.
«Si quid petieritis Patrem in nomine meo, dabit vobis»7. Esto es de San Juan: si pedís cualquier cosa al Padre en mi nombre, os la dará; en el nombre de Jesús. Cuando lo recibáis en la Eucaristía cada día, decidle: Señor, en tu nombre yo le pido al Padre… Y le pedís todo eso que conviene para que podamos mejor servir a la Iglesia de Dios, y mejor trabajar para la gloria del Señor: del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; de la Beatísima Trinidad, único Dios.
«Petite et accipietis, ut gaudium vestrum sit plenum»8: pedid, recibiréis y os llenaréis de alegría. Este gaudium cum pace* que pedimos cada día al Señor en nuestras Preces, es una realidad en la vida de un hijo de Dios que se porta –con sus luchas, con sus pequeñeces, con sus errores; yo tengo tantos errores…, vosotros tendréis algunos–, que se porta bien con el Señor, porque le ama, porque le quiere. A este hijo mío necesariamente le dará lo que pide y, además, una alegría que ninguna cosa de la tierra le podrá llevar del corazón.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/en-dialogo-con-el-se%C3%B1or/57/ (03/12/2024)