Tibieza

Lucha contra esa flojedad que te hace perezoso y abandonado en tu vida espiritual. —Mira que puede ser el principio de la tibieza..., y, en frase de la Escritura, a los tibios los vomitará Dios.

Me duele ver el peligro de tibieza en que te encuentras cuando no te veo ir seriamente a la perfección dentro de tu estado.

—Di conmigo: ¡no quiero tibieza!: «confige timore tuo carnes meas!» —¡dame, Dios mío, un temor filial, que me haga reaccionar!

Ya sé que evitas los pecados mortales. —¡Quieres salvarte! —Pero no te preocupa ese continuo caer deliberadamente en pecados veniales, aunque sientes la llamada de Dios, para vencerte en cada caso.

—Tu tibieza hace que tengas esa mala voluntad.

¡Qué poco amor de Dios tienes cuando cedes sin lucha porque no es pecado grave!

Los pecados veniales hacen mucho daño al alma. —Por eso, «capite nobis vulpes parvulas, quae demoliuntur vineas», dice el Señor en el «Cantar de los Cantares»: cazad las pequeñas raposas que destruyen la viña.

¡Qué pena me das mientras no sientas dolor de tus pecados veniales! —Porque, hasta entonces, no habrás comenzado a tener verdadera vida interior.

Eres tibio si haces perezosamente y de mala gana las cosas que se refieren al Señor; si buscas con cálculo o «cuquería» el modo de disminuir tus deberes; si no piensas más que en ti y en tu comodidad; si tus conversaciones son ociosas y vanas; si no aborreces el pecado venial; si obras por motivos humanos.

Referencias a la Sagrada Escritura
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