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No penséis, sin embargo, que sea fácil hacer de la vida un servicio. Es necesario traducir en realidades ese buen deseo, porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en la virtud7, y la práctica de una ayuda constante a los demás no es posible sin sacrificio. Instantia mea quotidiana sollicitudo omnium ecclesiarum8, carga sobre mí la preocupación de todas las iglesias –escribía San Pablo–, y este suspiro del Apóstol recuerda a todos los cristianos la responsabilidad que todos los fieles hemos de sentir, para poner a los pies de la Esposa de Jesucristo –de la Iglesia santa– lo que somos y lo que poseemos, amándola fidelísimamente, aun a costa de la hacienda, de la honra y de la vida.

Por eso, al empezar estas consideraciones, me viene a la memoria el duro peso que grava sobre el Papa y sobre los obispos, y me siento urgido a recordaros la veneración, el afecto, la ayuda que debéis darles con vuestra oración y con vuestra vida entregada. Los miembros del Cuerpo Místico son ciertamente variadísimos, pero todos pueden resumir su misión en el servicio a Dios, a la totalidad del Cuerpo Místico, a las almas.

Notas
7

1 Co 4,20.

8

2 Co 11,28.

Referencias a la Sagrada Escritura
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