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Ciertamente es tarea difícil, porque cuesta no dejarse llevar por las apariencias, y ese administrador fiel necesita ser sensible a las mociones del Espíritu Santo, para distribuir los bienes del Señor, como el mismo Señor lo haría; ni puede tampoco guiarse por la comodidad, encajando a los que son buenos servidores –precisamente por el hecho de serlo– los trabajos más desagradables, o distribuyendo cargos y oficios sin ponderar la necesaria preparación de las personas.
Sabéis que me desagrada la violencia, pero humanamente no dejo de explicarme que, por bueno que sea, reaccione bruscamente aquel que –por su limpio deseo de servir– no ha recibido más pago humano que una continuada brusquedad. Aunque no buscara esos pagos terrenos, se trata de una criatura humana, y es fácil que la cuerda del arco, cuando está siempre en tensión, alguna vez se rompa.
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/cartas-2/204/ (03/12/2024)