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Por esa razón, la novedad del Opus Dei no puede ser juzgada justamente con la mentalidad de los que están acostumbrados a estudiar solo problemas de la vida clerical o de la vida religiosa; y no están habituados a investigar o a meditar en la realidad seglar, en la vida del cristiano corriente: que debe vivir desprendido del mundo, pero al mismo tiempo en el mundo, amándolo, injertado en los quehaceres temporales, ejercitando el trabajo del que vive y –en nuestro caso– del que hubiera vivido si no fuera del Opus Dei.
Con una mentalidad así, es fácil que vuestra perseverancia en el trabajo profesional –sin pararse en fatigas ni en cansancios– sea incluso interpretada como ambición de mando o de cargos, cuando se trata en cambio solamente de buscar la santificación en ese trabajo, realizándolo con la mayor perfección posible –también humanamente–, por amor de Dios y para acercar las almas a Cristo y a su Iglesia, en una abnegada, difícil y humilde misión de amistad y de servicio.
No se nos puede considerar como aficionados, igual que a algunos religiosos o sacerdotes que ejercen oficios seculares o cultivan ciencias profanas marginalmente, desvirtuando más o menos, en algunos casos, su vocación sacerdotal o religiosa e incluso la misma labor científica o profesional que les es ajena.
Sobre la relación entre clericalismo y diletantismo y su diferencia con la labor científica o profesional de algunos sacerdotes o religiosos, ver glosario (N. del E.).
Documento imprimido desde https://escriva.org/es/cartas-2/198/ (04/12/2024)